Por Diego A. Torres Fuentes
Conceder a los Estados la facultad discrecional de autodeterminar su nivel de desarrollo es, sin duda alguna, una de las características más destacadas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) puesto que supone, para los países, la posibilidad de obtener un trato preferencial que incluye concesiones como, plazos más largos para el cumplimiento de los principios establecidos en los acuerdos de la organización y requisitos menos rigurosos, etc. Lo anterior no es cosa menor puesto que alrededor de dos terceras partes de la actual membresía de la OMC pertenecen a esta categoría.
Dentro de la OMC solo existen dos categorías de países, a saber: países desarrollados y países en desarrollo[1]. En principio, la autodeterminación del nivel de desarrollo se instauró como una manera de facilitar la transición de los países en desarrollo hacia el libre comercio teniendo en cuenta su nivel de compromiso y desarrollo. No obstante, este tema no se encuentra exenta de controversia, en tanto que, al amparo de la elección de nivel de desarrollo, algunos países disfrutan de un trato preferencial aun cuando presentan niveles de crecimiento económico, desempeño comercial y/o desarrollo que son equiparables a los de algunos países desarrollados. Casos como los de China y Corea del Sur, quienes actualmente ostentan la categoría de “país en desarrollo”, ilustran claramente la situación antes mencionada y dan cuenta de porque algunos países desarrollados constantemente manifiestan inconformidad de que a dichos países les sean otorgadas concesiones.
En este sentido, la región de América Latina no es ajena a esta situación y en ella podemos encontrar algunos países que por su crecimiento económico y desempeño comercial, podría pensarse que forman parte de una categoría equivocada.
El caso de México es uno que sin duda merece atención especial ya que forma parte de organizaciones internacionales como el G-20 y la OCDE en las que participa en conjunto con países desarrollados. Adicionalmente, México cuenta con una extensa red Tratados de Libre Comercio (TLC) que lo vinculan con algunas de las economías más desarrolladas del mundo, tales como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Más aún, cerca de la tercera parte de todo el comercio internacional que desempeña la región de América Latina y el Caribe, corresponde a México.
Chile es otro ejemplo de un país latinoamericano que podría pertenecer a otra categoría desarrollo. El país andino posee la mayor cantidad de TLC ratificados del mundo, cuenta con una economía que presenta indicadores macroeconómicos estables y año con año obtiene buenos resultados en los indicadores de desarrollo publicados por las organizaciones internacionales más reconocidas del mundo.
Aunado a los casos anteriores se podrían considerar los casos de Argentina y Brasil. Ambos países poseen economías de escala considerable y presentan niveles de desarrollo parecidos a los que ostenta México. Pero, su desempeño en el comercio internacional aún deja mucho que desear y no presenta grandes avances más allá de los obtenidos por el establecimiento del Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Si bien los países aquí mencionados cuentan con una o más características que podrían hacer pensar que estos deberían estar clasificados como países desarrollados, la realidad es que el buen desempeño de los apartados económico o comercial, no son suficientes para determinar que dichos países son desarrollados.
Con el fin de evitar que este tema se convierta en objeto de mayores fricciones en el seno de la OMC, debería comenzar por establecerse un criterio formal que permita distinguir entre las diferentes categorías de países. Apoyarse en la información que ofrecen los indicadores que se presentan periódicamente por organizaciones internacionales reconocidas como el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico puede ser un primer paso hacia la creación de dicho criterio. Posteriormente, éste puede ser agregado a las observaciones generadas por los exámenes de política comercial junto con una recomendación hacia los países para cambiar o mantener la categoría que ostentan ante la OMC.
[1] Como resultado de la colaboración entre la propia OMC y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) adicionalmente se creó el subrgrupo de Países Menos Adelantados (PMA). No obstante, vale la pena aclarar que esta clasificación no es oficial para la OMC, sino que sirve para hacer referencia a un grupo de países que requieren un mayor nivel de concesiones y asistencia adecuados a su nivel de desarrollo.