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Por Jose Luis Sotelo Hernández [@Luis_sotelo_h]
En lo que va de 2020, la aviación de carga ha salido casi “ilesa” de la crisis causada por COVID-19. Incluso en los meses de mayores restricciones comerciales, a causa de los mandatos de confinamiento, el movimiento de insumos médicos permitió que siguiera operando.
En el período de enero-octubre de este año, en la comparación de la flota activa por actividad y tipo de avión, el sector de carga ha mostrado un incremento de 4%, comparado con el mismo periodo de 2019.[1]
En contraste, la aviación para el transporte de pasajeros se ha visto muy afectada. Sobre todo, la aviación privada, que es clave para la movilidad de inversionistas y personas de negocios. Esto afecta a los flujos de comercio de servicios y dificulta la realización de inversiones en los diferentes clústeres especializados de México.
Por ejemplo, el cluster de “la industria aeroespacial en México ha tenido, por primera vez, una reducción en las exportaciones, pasó de US$9.6 mil millones en 2019 a aproximadamente US$6.6 mil millones durante este año . Esto es equivalente a alrededor de 30% menos en partes y componentes dentro de las cadenas globales de valor, generado por el efecto dominó en el retraso en las entregas de aeronaves de los fabricantes.[2]
Para la recuperación del comercio, también se requiere la completa recuperación de la industria aeronáutica, en todos los ecosistemas en los que participa: la industria turística, cargo y personas de negocios. Hoy se estima que la industria aeronáutica regresará a los mismos niveles de 2019, hasta 2024. Es necesario que esto se logre antes.
Se puede dar una recuperación en el mediano plazo, ya que el usuario de cabina first class & business podría “saltar” a horas de vuelo privado, como efecto de los protocolos de seguridad que ofrece este tipo de aviación. Pero también se necesita el involucramiento y liderazgo de las industrias y el gobierno.
Las inversiones entran a un país por su infraestructura aeroportuaria, si esta industria no se recupera, no sólo se corre el riesgo de que los inversionistas no viajen, sino que puede haber fuga de inversión a economías mejor preparadas. Esto, aunado a la incertidumbre de la transición presidencial en EE.UU. y de la expectativa de la vacuna contra COVID-19, ponen a México en una situación difícil.
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[1] Data source: ICAO, and ADS-B flightaware, for more information: http://data.icao.int/icads/
[2] Luis Lizcano, General Director for the Mexican Federation of Aerospace Industries (FEMIA).
A finales de 2017, mientras transcurrían en medio de gran incertidumbre las primeras rondas de modernización del TLCAN; en México nos preparábamos para entrar a un intenso proceso electoral que nos llevaría a la elección de un nuevo Presidente en julio de 2018. Justamente en esa coyuntura nació TradeTankMx, como un esfuerzo colaborativo de jóvenes profesionistas especializados en comercio internacional, que buscábamos espacios para generar un diálogo informado sobre el comercio.
Este primero de julio entra en vigor el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y, a propuesta de Jorge Armijo, Secretario de TradeTankMx, varios Asociados nos unimos para reflexionar sobre el impacto y trascendencia de este acuerdo para nuestro país. El ejercicio, liderado por Rosángel Hernández, Coordinadora del Comité Editorial, tiene como resultado nueve textos que, desde perspectivas distintas, analizan varios cambios relevantes en el T-MEC.
Los invitamos a leer nuestras reflexiones, a intercambiar ideas y a propiciar juntos un debate informado e incluyente sobre este nuevo acuerdo.
¡Bienvenidos!
– Alcira Gómez Heneidi
Presidenta de TradeTankMx
Rosángel Hernández Mendoza
@ros4ngel
Coordinadora del Comité Editorial
Alcira Gómez Heneidi
@alciragh
Presidenta de TradeTankMx
Jorge Octavio Armijo de la Garza
@jorgeoarmijo
Secretario de TradeTankMx
Vanessa R. Camarillo
@vane_cam03
Miembro del Comité Jurídico
Laura Elena Montes de Oca Briseño
@laurismont9
Miembro del Comité de Comunicación y Relaciones Institucionales
Diego Armando Torres Fuentes
@diegotorres2308
Miembro del Comité Editorial
Ana Isadora López Rivas
@IsadoraLopez93
Coordinadora del Comité de Planeación Estratégica
Iliana Camarillo Rojas
@ily0405
Miembro del Comité de Finanzas
Nicolás Olea Salgado
@NicoComExt
Miembro del Comité de Planeación Estratégica
Revisión editorial: Rosángel Hernández Mendoza, Daniela Ruiz Domínguez y Diego Armando Torres Fuentes.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad de los autores y no comprometen en ningún sentido a las organizaciones a las que pertenecen.
TradeTankMx T-MEC Perspectivas de Cambio (PDF)
Reflexiones de TradeTankMx sobre sobre la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados unidos y Canadá. Si desea volver al compilado, de click sobre el siguiente enlace: [T-MEC: Perspectivas de cambio]
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Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no comprometen en ningún sentido a las organizaciones a las que pertenece.
Por Vanessa R. Camarillo (ver Bio)
Introducción
El Protocolo Modificatorio al Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá (Protocolo) firmado el 10 de diciembre de 2019 llegó para transformar muchas cuestiones que habían sido previamente acordadas en un Tratado que había cerrado su negociación hacía un año antes, el Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá (T-MEC).
Mucho se hablaba del Protocolo y su negociación, pero pocos conocían su contenido antes de su firma. Finalmente, al conocer el texto que llegaría a modificar ciertas disposiciones del T-MEC y por ende las obligaciones y compromisos adquiridos por las tres Partes contratantes, cuestiones que trajeron consigo múltiples sorpresas, de entre las que destaca que México se había comprometido a sujetarse a un mecanismo de solución de controversias creado ad hoc en materia laboral.
Ninguno de los Tratados comerciales de los que actualmente México es parte había tenido tal grado de compromiso ante materias que no son meramente de naturaleza comercial, como es en este caso el tema laboral. Más aún, no se tiene precedente de que un mecanismo de esta naturaleza se haya incluido en un acuerdo comercial.
El T-MEC ya contemplaba en su Capítulo 23 las obligaciones que debían cumplir las Partes como miembros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por ejemplo, la adopción de leyes y regulaciones que velaran por la libertad de asociación, la eliminación de trabajo forzoso, prohibición de trabajo infantil y la eliminación de discriminación en materia de empleo, entre otros. Aunado a lo anterior y aún cuando los compromisos ya habían sido firmados y aceptados, de último momento se adicionó la posibilidad de someter a un mecanismo de solución de controversias que sería específico para tratar cuestiones laborales.
El Capítulo 31 “Solución de Controversias” del Tratado firmado el 30 de diciembre de 2018 contemplaba únicamente constaba de dos secciones A y B: Solución de Controversias y Procedimientos Internos y Solución de Controversias Comerciales Privadas, respectivamente. No obstante, derivado del Protocolo, además de la modificación que sufrió de algunos de sus numerales, el inciso F señala que se deberá adicionar los Anexos 31-A y 31-B a este Capítulo haciendo referencia a un nuevo mecanismo, uno entre México y Estados Unidos, y otro entre Canadá y México.
¿En qué consiste el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida en Instalaciones Específicas?
El propósito del Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida en Instalaciones Específicas (MLRR) es el garantizar la reparación de una Denegación de Derechos[1] a trabajadores en una Instalación Cubierta[2] de un Sector Prioritario.[3]
El MLRR aplicará si una de las Partes (Parte reclamante), tiene un fundamento de buena fe de que existe una Denegación de Derechos a los trabajadores de una Instalación Cubierta, como lo son el de libre asociación y negociación colectiva conforme a las leyes necesarias para cumplir con las obligaciones de la otra Parte (Parte demandada).
Las características del MLRR pueden encontrarse en los Anexos del Capítulo 31, el Anexo 31-A es aplicable para Estados Unidos y México, y el Anexo 31-B a Canadá y México; por lo que se puede denotar que el mecanismo fue creado específicamente para que Estados Unidos y Canadá vigilarán el cumplimiento de la legación mexicana en materia laboral al no ser un mecanismo que aplique trilateralmente como lo hace el mecanismo de Solución de Controversias.
Ahora, la distinción entre estos dos Anexos es que, con respecto a los Estados Unidos, una reclamación únicamente puede presentarse con respecto a una presunta Denegación de Derechos debida a los trabajadores en una instalación cubierta bajo una orden de ejecución de la Junta Nacional de Relaciones Laborales (National Labor Relations Board), que cabe destacar que, por esta indicación sólo aplicará a un número limitado de instalaciones. Respecto a Canadá, una reclamación únicamente puede presentarse con respecto a una presunta Denegación de Derechos debida a los trabajadores en una instalación cubierta bajo una orden de ejecución de la Junta de Relaciones Industriales de Canadá.
En el caso México, una reclamación puede presentarse con respecto a una presunta Denegación de Derechos conforme a la legislación que cumple con el Anexo 23-A (Representación de los Trabajadores en la Negociación Colectiva en México) en ambos casos. Es decir, se aplica a cualquier Instalación Cubierta, cuestión que no sucede con las otras Partes contratantes. México se enfrenta a un mecanismo donde de antemano, se sabe que será la Parte demandada en la mayoría de los casos al tener esta desventaja.
Primero, la Parte reclamante solicitará a la Parte demandada a que realice su propia revisión de si existe Denegación de Derechos, de determinar que la hay, deberá intentar repararla. Si la Parte demandada elige no realizar una revisión o no notifica su respuesta, la Parte reclamante podrá solicitar la integración de un Panel Laboral de Respuesta Rápida[4] (panel) para llevar a cabo una verificación y determinación. Si la Parte demandada elige realizar su revisión, informará los resultados de la revisión y cualquier reparación.
En el caso de que la Parte demandada ha determinado que no existe una Denegación de Derechos, la Parte reclamante podrá aceptar que el problema está resuelto o podrá comunicar por escrito sus razones del desacuerdo y solicitar una verificación y determinación de un panel.
Si la Parte demandada ha determinado que existe una Denegación de Derechos, las Partes consultarán de buena fe y procurarán acordar un curso de reparación. Derivado de las consultas entre las Partes pueden acontecer tres supuestos respecto a si las Partes acuerdan un curso de reparación o no.
Posterior, el panel formulará una solicitud de verificación basada en las circunstancias y naturaleza de las acusaciones. La Parte demandada responderá si consiente la solicitud de verificación, de no responder considerará que ha rechazado la solicitud.
En el supuesto de que la Parte demandada acepta la verificación, el panel realizará la verificación dentro de los 30 días siguientes. Observadores de ambas Partes podrán acompañar al panel en cualquier verificación in situ en caso de que ambas Partes lo soliciten.
El panel determinará si existe una Denegación de Derechos, después de recibir una determinación por un panel sobre la existencia una Denegación de Derechos, la Parte reclamante podrá imponer medidas de reparación.
El gran problema que tiene este mecanismo es que la Parte reclamante podrá imponer las reparaciones que considere sean más apropiadas para compensar la Denegación de Derechos, entre las cuales podrá incluir la suspensión del tratamiento arancelario preferencial para las mercancías o la imposición de sanciones sobre los bienes o los servicios suministrados por la Instalación Cubierta y más aún, en caso de que haya recibido una determinación de Denegación de Derechos en al menos dos ocasiones, además de las reparaciones antes mencionadas, se le podrá denegar la entrada de mercancías.
Para mayor detalle respecto al procedimiento ver Anexo.
Implicaciones en México
La preocupación que existe de las Partes, principalmente de los Estados Unidos, respecto a la protección de derechos laborales en México, estará enfocada a la debida aplicación de la reforma laboral en México en 2019.
La reforma a la Ley Federal del Trabajo del 1° de mayo de 2019[5] en México implica una nueva justicia laboral, la transformación de las Juntas de Conciliación y Arbitraje a Tribunales especializados dependientes del Poder Judicial, la creación del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral para el registro de sindicatos y contratos colectivos de trabajo, democracia sindical, rendición de cuentas de los sindicatos a sus trabajadores afiliados sobre la administración de sus cuotas sindicales. Desafortunadamente existen críticas de que el plan para implementar la reforma en términos económicos, no serán suficiente para llevar a cabo las reformas en 2020.
Las Partes están comprometidas a garantizar la libertad de asociaciones sindicales y a reconocer el derecho de negociación colectiva, sin embargo, el MLRR estaba destinado para ser aplicado a México debido a la situación laboral.
La Legislación de Implementación de Estados Unidos,[6] señala que se establecerán (i) el Comité Laboral Intersecretarial para monitoreo y vigilancia de cumplimiento (Comité); el (ii) Consejo de Expertos Laborales Independientes para México (Consejo) y (iii) Cinco Agregados laborales en la Embajada y Consulados de Estados Unidos en México.
Algunas de las funciones que tiene el citado Comité, es que se encargará de monitorear la implementación de la reforma laboral en México, evaluará durante los siguientes 10 años a partir de la entrada en vigor del Tratado el grado de cumplimento de México a sus obligaciones laborales y recibirá las peticiones del público por posibles incumplimientos al MLRR.
La cuestión de que existan observadores en el procedimiento, generó polémica ya que, a los pocos días de la publicación del Protocolo, Estados Unidos publicó su Ley de implementación sobre el T-MEC y Protocolo, donde señalaba esta figura de observadores como “agregados laborales”, estarían asignados para trabajar en la Embajada de Estados Unidos o consulado en México para cumplir con sus obligaciones de asistir al Comité, lo que pareciera una invasión de la soberanía mexicana. A pesar de que solo podrán acompañar al panel en la verificación si las Partes lo solicitan, no se sabe cuál será el resultado de su presencia en el territorio mexicano, además de que el Protocolo no contempla el supuesto de que solo una de las Partes solicite su presencia, como lo sería Estados Unidos y la otra (México) se negara a ello.
México se está preparando recibir las peticiones, de manera que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) será notificada por la Secretaría de Economía (SE) de la presentación de una Solicitud de Revisión de una presunta Denegación de Derechos en donde seguirá un proceso para emitir sus conclusiones a SE, para que ésta la envíe a la Parte reclamante.
De lo anterior, se destaca la disparidad de situaciones, al ver que Estados Unidos se prepara para iniciar la vigilancia y monitoreo de la reforma laboral en México creando las instituciones antes citadas, y por otro lado México se prepara únicamente para la recepción de quejas para iniciar el MLRR. De ahora en adelante México deberá de tener como prioridad el tener una coordinación entre los cuatro pilares de la reforma laboral: el gobierno, los patrones, los trabajadores y los sindicatos.
La entrada en vigor del T-MEC este 1° julio es inminente, pero también será inminente el escrutinio al que México se verá sometido en cuanto al cumplimiento de sus compromisos laborales en los Sectores Prioritarios.
Al respecto, Robert Lighthizer, Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), declaró el pasado 17 de junio en la Audiencia de la Agenda de Políticas Comerciales que “Me di cuenta que la implementación laboral en México será un problema y todos nosotros [USTR] … tomaremos los pasos necesarios tan pronto y seguido posible cuando hayan problemas”. Además, destacando que la administración estará vigilando estas violaciones una vez entrado en vigor el Tratado.
La pandemia por el COVID-19 sacó a relucir algunos de los problemas que sufren los trabajadores en México, ya que algunos trabajadores fueron forzados a regresar a trabajar en condiciones laborales inseguras, cuestión que muy posiblemente traiga consigo futuras demandas bajo el MLRR. [7]
El interés de este mecanismo es la vigilancia de la debida aplicación de la reforma laboral en México, pero existe la gran preocupación de que, en algún punto, este mecanismo se use de manera proteccionista, abusando de su uso y únicamente buscando la imposición de medidas de reparación, más que realmente buscar la protección de los derechos laborales.
Aún existen múltiples lagunas procedimentales en el MLRR, algunos no son claros respecto a plazos, otros respecto a qué se va a poder considerar en la verificación, en qué consistirá ésta, entre múltiples detalles más, que irán intentado subsanarse cuando empiece la aplicación del proceso, pero mientras podrá dejar en estado de indefensión a la Parte demandada en un caso, al buscar adaptarse al demostrar la existencia o no de una Denegación de Derechos.
El resultado que se obtuvo derivado de la negociación del Protocolo, es que México tendrá que enfrentar casos en materia laboral bajo el Capítulo de Solución de Controversias por negación de derechos de libre asociación y negociación colectiva, cuestiones que aún se encuentran en proceso de implementación y, al no estar debidamente preparando para enfrentar dichas obligaciones, se pierde la igualdad que tenía ante sus contrapartes en el Tratado, pues ni Estados Unidos ni Canadá se verán perjudicados al nivel de México. Desafortunadamente parece que solo queda prepararnos para afrontar la afectación que ocasionará el gran número de casos que seguramente vendrán a partir del 2 de julio.
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ANEXO
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Referencias:
[1] Los artículos 31-A.2 y 31-B.2 contemplan que la Denegación de Derechos significa cuando a los trabajadores de una Instalación Cubierta les ha sido negados el derecho de libre asociación y negociación colectiva conforme a las leyes necesarias para cumplir con las obligaciones de la otra Parte.
[2] De conformidad con los artículos 31-A.15 y 31-B.15 la Instalación Cubierta significa una instalación en el territorio de una Parte que (i) produce mercancías o suministra un servicio comerciado entre las partes o (ii) produce una mercancía o suministra un servicio que compite en el territorio de una Parte con una mercancía o un servicio de otra Parte y es una instalación en un Sector Prioritario.
[3] Los artículos 31-A.15 y 31-B.15 definen como Sector Prioritario, aquel sector que produce mercancías manufacturadas, de las cuales incluyen, aunque no limitadas a, productos y componentes aeroespaciales, autos y autopartes, productos cosméticos, mercancías industriales horneadas, acero y aluminio, vidrio, cerámica, plástico, forjas, y cemento; al suministro de servicios o minería. La lista de sectores prioritarias se revisará anualmente por las Partes y determinarán la necesidad de agregar algún sector a la lista.
[4] Lo referente a las Listas de los Panelistas laborales, su nombramiento y requisitos están contemplados en los artículos 31-A.3 y 31-B.3.
[5] DECRETO por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, Reglamentaria del apartado B) del Artículo 123 Constitucional. Publicado en el Diario Oficial el 1 de mayo de 2019.
[6] H.R. 5430 A Bill to implement the Agreement between the United States of America, the United Mexican States, and Canada attached as an Annex to the Protocol Replacing the North American Free Trade Agreement.
[7] The 2020 Trade Policy Agenda, June 17, 2020, Ambassador Robert E. Lighthizer, United States Trade Representative https://waysandmeans.house.gov/legislation/hearings/2020-trade-policy-agenda
Reflexiones de TradeTankMx sobre sobre la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados unidos y Canadá. Si desea volver al compilado, de click sobre el siguiente enlace: [T-MEC: Perspectivas de cambio]
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Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no comprometen en ningún sentido a las organizaciones a las que pertenece.
Por Jorge Octavio Armijo de la Garza (ver Bio)
La pandemia por el SARS-CoV2 (COVID-19) vino aparejada de diversos procesos que, sin lugar a dudas cambiarán la forma en que funciona el mundo en la actualidad, especialmente en el ámbito económico y comercial. Los gobiernos de los países afectados por el nuevo coronavirus se han visto en la necesidad de adoptar medidas de contención, principalmente para mitigar los contagios y proteger la vida de sus ciudadanos. Éstas, por supuesto, varían en cuanto a duración y rigor según el país del que se trate. Países como China optaron por un enfoque más restrictivo y de menor duración. Mientras que otros como México o Estados Unidos se inclinaron por medidas menos duras, pero que han requerido más tiempo para lograr los efectos deseados.
Más allá de las diferencias de enfoque, estas medidas han tenido implicaciones económicas importantes en todo el mundo al causar la parálisis de diversas industrias y la interrupción de las cadenas globales de valor (CGV), entre otros efectos. Derivado de esto, transitamos por un periodo de crisis económica de proporciones históricas. El Banco Mundial prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) global tenga una contracción del 5.2% para el resto del año. Mientras que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) pronostica que la actividad económica mundial caerá entre el 6% y 7.6% en el año, según el comportamiento de la pandemia y que tomaría al menos dos años retomar los niveles de actividad previos al COVID-19.
Consecuentemente, el comercio internacional ha mostrado una continua desaceleración, la cual será de entre 13% y 32% hacia finales del año, según las estimaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con mayores repercusiones en los sectores caracterizados por la complejidad de sus CGV, como el automotriz y electrónico, cuyos centros de producción están localizados en las regiones de América del Norte y Asia. De ahí que éstas han sido las más afectadas por la pandemia. Lo anterior responde también a las crecientes medidas de restricción comercial adoptadas por más de 80 países en todo el mundo antes y durante la pandemia, mismas que han afectado la mayoría de los medios de transporte internacionales: carga terrestre, marítima y aérea, obstaculizando los flujos de comercio de bienes y servicios convencionales, así como los digitales.
En este contexto tiene lugar la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), uno de los instrumentos comerciales más modernos y extensos que existen en la actualidad. El T-MEC fija las reglas que regirán el intercambio comercial, así como el flujo de inversiones entre las tres economías que en conjunto representan el 7% de la población y realizan el 16% del comercio mundial. También, establece nuevos estándares en diversos ámbitos, entre los que destaca el de comercio electrónico (e-commerce). Inmersos en un contexto de redefiniciones en términos de las dinámicas del comercio internacional a causa de la pandemia, conviene analizar las implicaciones del T-MEC como nuevo modelo comercial para América del Norte y las oportunidades que ofrece para México.
Un Tratado que impulsa la reestructuración de las CGV
En los últimos años, el gobierno de Estados Unidos ha implementado una política comercial nacionalista con tintes proteccionistas, la cual ha servido de base para una estrategia de Estado enfocada en proteger el consumo interno, los empleos en Estados Unidos y la formación de capital al interior de la economía, además de contrarrestar el ascenso de China como potencia en el ámbito económico, el cual claramente ha trascendido en el ámbito de la tecnología.
Desde esta perspectiva, el T-MEC se puede entender como un Tratado orientado a administrar el comercio de manera más efectiva; que a su vez permita establecer condiciones para traer de vuelta la inversión y los empleos a la región, especialmente hacia Estados Unidos, y con ello fortalecer la competitividad de América del Norte. Es por ello que se adoptaron reglas de origen más estrictas, sobre todo para el sector automotriz. Destaca este sector por su nivel de integración regional, donde México juega un papel central como centro manufacturero. La nueva regla de origen para el sector consiste en un incremento en el Valor de Contenido Regional (VCR) para los vehículos ligeros de 62.5% a 75%, utilizando una nueva metodología que obliga a que los procesos e insumos que se emplean para la fabricación de los vehículos ligeros provengan en su mayoría de la región. Más allá de los retos que esto implica para que las empresas que actualmente participan en el comercio de estas mercancías cumplan con las nuevas exigencias, también conlleva un proceso de reestructuración profunda de las cadenas de suministro (offshoring) en este sector.
La reestructuración de las cadenas de suministro, a partir del T-MEC, tiene que ver también con la incorporación del Artículo 32.10 al Tratado, el cual establece disposiciones que limitan la posibilidad de que alguna Parte del Tratado pueda firmar un tratado de libre comercio (TLC) con un país que no sea de libre mercado; como el requerimiento de notificar a las partes la intención de iniciar negociaciones para conocer sus objetivos y evaluar el posible impacto. Asimismo, dispone que, si una Parte del T-MEC suscribe un TLC con un país que no es de libre mercado, las otras Partes podrán dar por terminado el T-MEC con respecto a la parte que firmó dicho TLC, mediante un aviso previo de seis meses. Es evidente que esta cláusula está creada como un recurso para contener a China y evitar cualquier tentación, por parte de alguno de los tres países, de otorgar preferencias comerciales adicionales al país asiático. Más allá de los aspectos geopolíticos implícitos, con esta claúsula se pretende mantener el nivel de integración de las cadenas de suministro a través del fortalecimiento del comercio intrarregional.
Aunado a ello, la guerra comercial existente entre Estados Unidos y China, ha generado un entorno de mayor incertidumbre y competencia entre ambas naciones. Este diferendo ha implicado el aumento significativo de los aranceles sobre el comercio bilateral, afectando los flujos comerciales y de inversión en los sectores que dependen en buena medida del comercio con China. Según datos del Peterson Institute for International Economics (PIIE), de mantenerse la disputa, habrán pérdidas globales que ascenderán a 301 mil millones de dólares anuales para 2030, en comparación con la actividad que existía antes de la llegada del Presidente Donald Trump. Esto adquiere mayor relevancia ante la poca efectividad de la “Primera Fase” del acuerdo suscrito entre los gobiernos de ambos países para poner fin al conflicto y con ello contener el proteccionismo exacerbado.
Lo anterior, ha provocado que haya menos comercio entre Estados Unidos y China, y al mismo tiempo que varias empresas multinacionales busquen rediseñar sus cadenas de suministro, ya que la guerra comercial afecta su competitividad al enfrentar aranceles, entre otros obstáculos. No obstante, esto podría representar una nueva oportunidad para México, si logra fortalecer su industria para producir componentes más especializados en sectores como el electrónico o la industria aeronáutica, aprovechando el potencial para vender más hacia el mercado estadounidense.
Buena parte de las empresas multinacionales han diseñado sus estrategias de negocio a partir de un enfoque centrado en minimizar costos y aumentar el grado de rentabilidad. En las últimas décadas, países como China han ofrecido las condiciones propicias para establecer sus operaciones y hacer más eficientes ciertos procesos. De ahí que los insumos y componentes chinos resultan ser esenciales para los procesos de fabricación de varios países en múltiples sectores. Es así como China pasó a convertirse en el centro de la manufactura internacional, con una participación del 29% en la manufactura global y 13% en las exportaciones a nivel mundial. En razón de ello es parte nodal en la integración de las CGV en múltiples sectores. Sin embargo, con la guerra comercial, varias empresas comenzaron a reorientar sus procesos de fabricación hacia países que les permitan mantener su eficiencia en la producción manufacturera.
La pandemia como catalizador de un nuevo modelo comercial
Dani Rodrick, Profesor de Política Económica Internacional en la Escuela John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, considera que, en lugar de poner al mundo en una trayectoria significativamente diferente, lo más probable es que la pandemia “intensifique y afiance las tendencias ya existentes”. En efecto, de acuerdo con un estudio del Bank of America Global Research, el 83% de las empresas en la mayoría de los sectores globales de América del Norte, sobre todo los de alta tecnología, han declarado su intención de relocalizarse ante la disrupción de las CGV, ya que el costo de producción en China se ha exponenciado por encima de los de Vietnam, India, algunos países de Occidente, o incluso de los costos de su producción doméstica. Esto responde en buena parte a los efectos económicos causados por la guerra comercial con Estados Unidos y el COVID-19. Tiene que ver, incluso, con el aumento de los salarios, las normas ambientales más estrictas, un marco regulatorio complejo y el enfoque del gobierno para transformar a China en una economía orientada a los servicios de alta especialización y convertirse en país líder en el ámbito de las nuevas tecnologías.
Aunque estos cambios pudieran parecer complejos de llevarse a cabo, sobre todo por el costo que pudiera representar para las empresas mover su operación a China, las tendencias indican que ya inició una fase sin precedentes, durante la cual comenzarán a repatriar las cadenas de suministro (reshoring), acercarlas más a los consumidores (nearshoring) o redirigirlas a aliados estratégicos. Esto supone un proceso de desglobalización de las CGV, que favorecerá la regionalización y reducirá la centralización de la producción mundial, lo cual puede traducirse, asimismo, en una oportunidad para México. No solo porque con el T-MEC mantiene un acceso al mercado estadounidense libre de arancel para los productos mexicanos, lo que ubica al país en una posición más conveniente frente a sus competidores, más aún ante las medidas proteccionistas de Estados Unidos; también porque podría convertirse en un destino estratégico para las nuevas inversiones en sectores como el automotriz, frente a las nuevas restricciones del T-MEC y las dinámicas del comercio internacional. De particular interés será para las empresas que buscan aprovechar la capacidad instalada en el país y tener una mayor participación en el comercio regional. Así, los productores de vehículos asiáticos o europeos, por ejemplo, podrán cumplir con la nueva regla de origen del T-MEC y asegurar un acceso preferente al mercado estadounidense.
Sin embargo, con la pandemia se han dejado ver otras áreas de oportunidad, sobre todo en el ámbito tecnológico. Actualmente existe una propensión hacia la digitalización de las CGV, con lo que las empresas buscan coordinar de mejor manera el abastecimiento y adaptarse más rápido a los cambios tecnológicos. El modelo tradicional de cadenas de suministro lineal se está transformando en redes de suministro digital (DSN, por sus siglas en ingles), donde los silos funcionales se separan y las empresas se conectan a su red de suministro completa para permitir mayor visibilidad, colaboración, agilidad y optimización desde el inicio hasta el final de la cadena. Este proceso ha tomado mayor celeridad por la pandemia. Y es que, con el uso de las tecnologías avanzadas como el Internet de las Cosas (IOT, por sus siglas en inglés), la inteligencia artificial, la red 5G y la impresión 3D, será posible diseñar CGV más eficientes y resilientes, capaces de anticipar interrupciones y reconfigurarse oportunamente para mitigar los impactos ante los cambios geopolíticos.
En ese mismo sentido, conviene destacar que el comercio digital ha mostrado mayor resiliencia ante la crisis. El distanciamiento social, el confinamiento y otras medidas tomadas en respuesta a la pandemia del COVID-19 han llevado a los consumidores a aumentar las compras en línea y el uso de las redes sociales, la telefonía por Internet, la teleconferencia y la reproducción de vídeos y películas, entre otros servicios. Esto ha provocado un súbito aumento del comercio entre empresas y consumidores (B2C, business to consumer), y un incremento del comercio electrónico entre empresas (B2B, business to business). Esto hace evidente su capacidad de adaptación ante las adversidades, aunque no sin dificultades, ya que la compra de bienes en línea, al igual de las compras físicas, están sujetas a las interrupciones de las cadenas de suministro, mientras que algunos servicios enfrentan otro tipo de obstáculos relacionados con cuestiones más técnicas.
Con el T-MEC, será posible promover un mayor desarrollo de la economía digital de América del Norte, especialmente del comercio electrónico. El Tratado establece disposiciones que protegen con mayor efectividad los datos de los consumidores en las operaciones, garantizando el libre flujo de la información y elevando la competitividad del entorno digital regional. Además, no impone aranceles u otros cargos a los productos digitales para facilitar el intercambio entre los tres países. Este nuevo marco traerá potenciales beneficios, especialmente para que las pequeñas y medianas empresas mexicanas puedan desarrollar oportunidades de negocios e incorporarse a las CGV, impulsando el desarrollo económico y la creación de empleos en el país y la región en su conjunto.
No obstante, aún persisten varios retos, sobre todo para reducir la brecha digital, tanto dentro de los países como entre ellos, y teniendo en cuenta el papel central que ha desempeñado la economía digital durante la crisis. Actualmente hay una clara necesidad de contar con servicios de tecnologías de la información y las comunicaciones eficientes y asequibles, lo que permitirá que los pequeños productores, los vendedores y los consumidores de países como México participen más activamente en las actividades de comercio electrónico . Por ello, será indispensable invertir recursos para aumentar la capacidad de las redes, reducir o eliminar los costos de transacción de los pagos digitales y las transferencias de dinero por dispositivos móviles, mejorar los servicios de entrega y otros aspectos logísticos, entre otras cuestiones. En este sentido, será esencial explotar el marco que ofrece el T-MEC para que, a través de políticas públicas, sea posible aprovechar los beneficios de la economía digital.
Consideraciones finales
La crisis actual es una oportunidad para reformar un sistema que se ha basado en procesos que se están volviendo un tanto obsoletos ante la incapacidad de adaptarse de manera eficiente a las nuevas realidades y los avances tecnológicos. En el contexto de la pandemia, el T-MEC viene a establecer una nuevo modelo a partir de la reconfiguración de los procesos productivos y de integración regionales. Además, ofrece alternativas que respondan a las nuevas exigencias del entorno económico y comercial, por ejemplo, al incentivar la creación de cadenas de suministro inteligentes y ágiles, como un elemento clave en la construcción de redes de comercio e inversión capaces de resistir a los cambios disruptivos.
La competencia cada vez más profunda entre Estados Unidos y China anticipan estos cambios, que incluso redefinirán el sistema de comercio y cooperación multilaterales. Ante un panorama de incertidumbre y creciente proteccionismo, el T-MEC viene a proponer también la necesidad de invertir más recursos en la innovación y el desarrollo de economías basadas en la Industria 4.0. Ante esto, México tiene la posibilidad de aprovechar el nuevo marco comercial del T-MEC para transformar su sector industrial, adaptarlo a las nuevas tendencias de la digitalización y utilizarlo como palanca para un desarrollo más incluyente y sostenible. Para lograrlo, será indispensable fortalecer la cooperación internacional, el medio más idóneo para generar condiciones de confianza y estabilidad entre los países.
Fuentes de consulta
Banco Mundial (junio de 2020), The Global Economic Outlook During the COVID-19 Pandemic: A Changed World. Recuperado de https://www.worldbank.org/en/news/feature/2020/06/08/the-global-economic-outlook-during-the-covid-19-pandemic-a-changed-world
Bank of America Global Research (febrero de 2020), Global Equity Strategy. Tectonic shifts in global supply chains, https://www.bofaml.com/content/dam/boamlimages/documents/articles/ID20_0147/Tectonic_Shifts_in_Global_Supply_Chains.pdf
Centro de Comercio Internacional (2020), Productos de México con potencial hacia Estados Unidos de América. Recuperado de https://exportpotential.intracen.org/es/products/tree-map?toMarker=j&market=842&fromMarker=i&exporter=484
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Reflexiones de TradeTankMx sobre sobre la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados unidos y Canadá. Si desea volver al compilado, de click sobre el siguiente enlace: [T-MEC: Perspectivas de cambio]
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Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no comprometen en ningún sentido a las organizaciones a las que pertenece.
Por Alcira Gómez Heneidi (ver Bio)
En el libre mundo de la hoja en blanco, las opiniones corren en múltiples direcciones y cargadas de toda clase de prejuicios. Hablar del Tratado de Libre Comercio en América del Norte (TLCAN) no ha sido la excepción y desde su origen, hace más de un cuarto de siglo, se ha escrito de todo.
Las plumas más juiciosas no han podido dejar apuntar la comparación entre el brillo de las naves industriales que sobresalen en las mesetas de nuestros vecinos del norte y las parcelas polvorosas que, de nuestro lado, no comprenden cómo con la misma semilla, el “compa” del otro lado recoge frutos más grandes en valor y tamaño.
Más que la percepción que cada quien pueda tener sobre “lo bueno” y “lo malo” de la relación comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, es importante reconocer que el Tratado modernizado, en vigor a partir del 1 de julio del 2020, es una oportunidad para hacer un balance después de 26 años de cruzar nuestras fronteras con bienes y servicios, en aras no solo de buscar más comercio, sino de hacerlo mejor.
En este sentido (ab initio, con la carga propia de prejuicios atañen a la propia autora), el presente texto tiene el objetivo de plantear que el TLCAN 2.0, llamado T-MEC (nombre que también lleva su carga de prejuicios), abre la puerta a reconocer si han existido cambios positivos e identificar el potencial que puede aprovecharse positivamente ante una nueva era comercial.
Como punto de partida descarto, de entrada, la idea de que una economía cerrada hubiera sido mejor opción que la apertura comercial que ha experimentado nuestro país a partir del TLCAN de 1994. Y aunque pareciera una obviedad, las tendencias proteccionistas que acaparan una parte importante de los titulares diarios motivan y hacen pertinente la aclaración.
Por algo se asume que una prueba de Estado de Derecho en México radica, justamente, en los tratados de libre comercio de los que se es parte y de la participación como Miembro de la Organización Mundial de Comercio (OMC) (Zorrilla, 2018).
Partiendo entonces de la premisa de que México debe mantener su apertura comercial, lo siguiente que pudiéramos preguntarnos es, si México realmente ha tenido una apertura comercial significativa.
Lo primero es más fácil de demostrar que lo segundo. Es decir, identificar la apertura comercial es relativamente sencillo si se observa como indicador la relación de su comercio exterior (importaciones y exportaciones), respecto del producto interno bruto (PIB). Precisamente, el Banco Mundial tiene datos disponibles sobre la participación del comercio en el PIB.[1]
Tomando como referencia los años de 1980 (período pre-TLCAN), 1994 (inicio del TLCAN) y 2018 (período actual), se puede confirmar que la participación del comercio en el PIB de México ha aumentado significativamente.
Para los efectos de este comparativo, los datos disponibles por país se han separado en cinco quintiles, de forma que el primer quintil (QI) corresponde, para cada año, a la quinta parte de los países cuya participación del comercio es más representativa del PIB. El extremo opuesto es el quintil número cinco (QV), que representa a la quinta parte de los países del mundo con menos proporción del comercio relevante a su producto interno bruto (Fig. 1).
Fig. 1: Comparación del comercio como porcentaje del PIB para los países de América del Norte y el promedio mundial
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Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2020).
Los valores mínimos y máximos para cada quintil se indican debajo de la referencia a los años 1980, 1994 y 2018. CAN = Canadá; MEX = México, USA = Estados Unidos de América; WLD = Promedio Mundial.
Claramente, de las tres economías de la región de América del Norte, la de México es la que cambió de forma más significativa la participación de su comercio exterior respecto del PIB, sobre todo de 1994 a 2018 donde se observa un incremento de 49 puntos porcentuales, avanzando dos niveles al pasar del QV (menor relación comercio/PIB) al QIII. Este incremento es mayor al del promedio mundial.
Las economías de los socios comerciales de México no han tenido un cambio tan significativo; se mantienen en el QIV. Desde la entrada en vigor del TLCAN y hasta la fecha, Canadá incrementó apenas un punto porcentual su participación del comercio respecto del PIB, mientras que Estados Unidos lo hizo en 7 puntos porcentuales.
Ahora bien, una de esas preguntas que no se ha podido responder del todo, está relacionada con identificar la verdadera contribución del comercio exterior al crecimiento y el desarrollo. Pregunta del millón: ¿Cuál es la contribución real de las exportaciones al producto interno bruto?
Los estudios empíricos presentan dificultades para establecer la causalidad entre las exportaciones y el PIB en ambas direcciones. Incluso podría extenderse un debate interminable confrontando los estudios de Anthony Thirlwall y Paul Krugman sobre las diferencias en las tasas de crecimiento de los países en proporción a la demanda de importaciones y exportaciones (Holland, Vilela y Canuto, 2004, p. 48 y 40). Por lo pronto, para los efectos de este texto, será suficiente con tener en mente el concepto general de la teoría de la ventaja comparativa como razón por la que los países participan en el comercio internacional: tomando ventaja de las diferencias en la productividad laboral entre los mismos países (Ricardo, 1817).
En este contexto, ante los retos que enfrenta una nueva era de comercio entre los socios de América del Norte, es indispensable reconocer, en los resultados, a los que han ganado y a los que han batallado en el camino.
Las industrias del TLCAN del ‘94
La perspectiva generalizada es la que visualiza que las industrias en Estados Unidos y Canadá corresponden a aquellas de mayor valor agregado, mientras que en México nos ocupamos de procesos poco tecnificados o cuya ventaja no puede seguir fundamentándose en bajos salarios y procesos de maquila (Moreno-Brid, Santamaría y Rivas, 2006, p. 113; Castañeda, 2017). Incluso, algunas voces más radicales sostienen que el Tratado y el comercio exterior son los culpables del estancamiento y la desarticulación de las cadenas productivas en México (Cabrera, 2015, p. 94).
Diversos autores coinciden en que las industrias que han ganado más con el Tratado son, por ejemplo, la del tequila, la automotriz y aeroespacial, y la de electrónicos y máquinas; mientras que los granos, cárnicos de cerdo y pollo, calzado y juguetes, han quedado relegados para competir (Orihuela, 2014; Redacción BBC, 2014; Villamil, 2017).
Por otro lado, además de la disminución de las barreras arancelarias, “el TLCAN incorporó numerosas otras disposiciones, incluidas la inversión extranjera, los derechos de propiedad intelectual, la resolución de disputas y la contratación pública” (Villarreal et al., 2014).
Precisamente, uno de los balances positivos se encuentra la inversión extranjera directa (IED) en México, indicador que ha aumentado a lo largo del tiempo. El valor total de 1999 creció una y media veces al cierre del 2019 (punta a punta), y Estados Unidos y Canadá son actualmente dos de los principales países inversionistas.
Fig. 2: Inversión extranjera en México. Gráfica con valores anuales de 1999 a 2019 y principales países inversionistas en 1999 y 2019
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Fuente: Elaboración propia con datos de la Secretaría de Economía (2020). Datos abiertos de Inversión Extranjera Directa.
Tal capital fue uno de los factores que permitió nuevas formas de producción en México, a partir de que inversionistas extranjeros pudieran establecer negocios en este país para el desarrollo de cadenas de valor en industrias como la automotriz. Según, señalan Nava, et al. (2019), el 65% de las empresas de la industria automotriz mexicana tienen propiedad extranjera.
¿Qué ha faltado?
La apertura comercial no genera por sí sola el crecimiento y tampoco la inversión extranjera directa es una fórmula mágica para asegurar la transferencia y generación de tecnologías que aumenten la productividad. Más allá de los factores endógenos o exógenos que provocan el desarrollo de un país, hay elementos estructurales que deben estar bien orientados. Por elementos estructurales me refiero, básicamente, a las políticas públicas que busquen fomentar adecuadamente el desarrollo económico.
No es de extrañar que, a partir de los cambios estructurales de los finales de los 80’s y los años 90’s, identifiquemos al TLCAN y a la apertura comercial como los factores de cambio más evidentes desde la óptica común. Puede ser por ello que sea fácil ponerles la etiqueta “culpables” de las distorsiones que se observan hoy en día en los mercados y la forma desigual con la que se distribuyen las rentas. Sin embargo, ¿qué hay de las políticas públicas? ¿Cuáles son las decisiones que ha tomado el gobierno de México para distribuir mejor la riqueza y disminuir las desigualdades en el país? No son preguntas que sean objeto de respuesta de este texto, pero pretenden poner en perspectiva que no todo es culpa de la apertura comercial.
Contar con certidumbre en las políticas internas es indispensable para incentivar, o como mínimo no limitar, el crecimiento económico (Banxico, 2019, p. 1). Coincido con una frase que escribe Daniela García (2018) en un artículo comercio internacional: “Se asumió que el libre comercio sería la solución mágica que resolvería todos los problemas, pero la verdad es que no es así, el comercio entre naciones no sustituye a las políticas públicas y al funcionamiento adecuado de las instituciones”.
Lo mismo ha señalado la OCDE (2006) desde hace años, pero cuando se trata de, identificar mejores prácticas y modificar el funcionamiento de las políticas nacionales, la búsqueda de la diversificación, investigación y desarrollo de valor agregado, no resulta una tarea tan sencilla.
El potencial
Las nuevas tecnologías y las organizaciones que enfocan sus actividades en el análisis de la información disponible, permiten tener al alcance de un dispositivo electrónico portátil el mapeo del potencial exportador de todo un país. Vaya, que basta una conexión internet y un celular o computadora personal para saber qué se exporta y potencial de demanda adicional puede satisfacerse.
Como parte de este artículo considero relevante presentar los resultados de la herramienta Export Potential Map del International Trade Centre (ITC).[2]
Fig. 3: Potencial exportador de México en la región de América del Norte
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Fuente: Export Potential Map del ITC. Mapa de árbol de productos. Consulado el 18 de abril de 2020.
La primera conclusión es que el comercio con Estados Unidos y Canadá no está agotado. Prueba fehaciente de ello es que a pesar de las diferencias de caracteres entre los líderes políticos al mando, cuando se dió la negociación de la modernización del Tratado, recibió el apoyo de los tres y, posteriormente, la aprobación de sus órganos legislativos. Evidentemente, porque había un interés: las tres partes saben que hay mercado y hay negocio.
Según los datos disponibles del ITC (Fig. 3), los productos con mayor potencial de exportación de México a América del Norte son algunos relacionados con la industria automotriz (como vehículos motorizados, automóviles, partes y accesorios de vehículos), lo que implica que se pueden realizar exportaciones adicionales por un valor de $19.3 bn. de dólares.
También, si se observa la parte inferior derecha del mapa, queda disponible la posibilidad de exportar cantidades importantes de productos del sector agrícola. Por ejemplo, actualmente se exporta el 57% de cerveza de malta, quedando disponible una demanda del 43% que pudiera satisfacer México. Lo mismo sucede con otros productos como el aguacate, con un potencial para exportar del 36%.
Por otro lado, hay que reconocer que México participa abiertamente en la economía global, con más de una decena de tratados de libre comercio, su límite no queda en la frontera del Río Bravo.
Fig. 4: Potencial exportador de México en otras regiones
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Fuente: Export Potential Map del ITC. Mapa de árbol de mercados. Consulado el 18 de abril de 2020.
Sin considerar a Estados Unidos, Canadá y China (este último por razones que pudieran ser objeto de otro análisis), los mercados con mayor potencial para las exportaciones de todos los productos provenientes de México son Bélgica, Argentina, Japón, Colombia, Brasil y Alemania, con una proporción de consumo del 65%, 57%, 55%, 49%, 47% y 43%, respectivamente. En suma, para estos países queda un potencial de exportación disponible equivalente a $15.1 bn. de dólares.
Consideraciones finales
Es innegable que el contexto económico, tecnológico y social del T-MEC de hoy es mejor que el del TLCAN de 1994. Con la capacidad de ver y analizar dónde estamos después de años de apertura comercial y reconociendo que los cambios estructurales de políticas públicas no suceden de la noche a la mañana, corresponde a México aprovechar la base construida.
México se encuentra mucho más integrado los países de América del Norte, pero también más cercano a otras economías. Con las disposiciones de los acuerdos de nueva generación, como el propio T-MEC, el TIPAT[3] y el TLCUEM[4] modernizado, así como menores niveles arancelarios alrededor del mundo, se encuentra abierta la puerta que lleva a la incorporación efectiva a las cadenas globales de valor.
Los muros se han caído (aunque algunos intenten levantar nuevas barreras), las comunicaciones se han abierto, las distancias se han reducido, y los procesos se han tecnificado al grado de que la mayor parte del mundo enfrentó una pandemia global continuando sus actividades laborales desde casa. Por definición, una oportunidad hace referencia a lo conveniente de un contexto y a la confluencia de un espacio y un periodo temporal apropiados para obtener un provecho o cumplir un objetivo; por definición, el T-MEC es una oportunidad para más comercio.
Pero aún hay más, también es una oportunidad para un mejor comercio. La comunidad internacional ha desarrollado instituciones de cooperación maduras y capaces de dar una visión de conjunto a los problemas compartidos (de nuevo, aunque algunos traten de derrumbarlas). Vivimos el año 2020 con un claro entendimiento de que las sociedades pueden trabajar de forma más comunitaria y sustentable, en una nueva década de del siglo XXI (radicalmente distinta a la que le precedió a principios del siglo pasado) en la que las personas de sexo femenino suman a la productividad con el valor de su trabajo. México no solo puede tener un mayor comercio, sino que este puede ser más integral, de forma que la distribución de los beneficios sea más incluyente, más sustentable y más equitativa.
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Notas
[1] Comercio (% del PIB). El comercio es la suma de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios medidos como una parte del producto interno bruto. El indicador corresponde a la base de datos de cuentas nacionales del Banco Mundial y archivos de datos de cuentas nacionales de la OCDE.
[2] Export Potential Map (EPM) es una herramienta gratuita que presenta análisis económico del comercio internacional utilizando la metodología del potencial de exportación de International Trade Centre (ITC). https://exportpotential.intracen.org/
[3] Tratado de Asociación Transpacífica, que en Inglés se conoce como Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTPP).
[4] Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea.
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