Por Ana Paula Sandoval
El mundo está presenciando sucesos sorpresivos y trascendentales que han desequilibrado la economía y la política de múltiples naciones. En el caso mexicano, el suceso más desestabilizador sin duda fue la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, lo que resultó de gran impacto para la política actual y la toma de decisiones.
Desde campaña, el Presidente Trump amenazó con la terminación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), acuerdo que para México ha representado un motor en la transformación económica y que ha convertido al país en un destino atractivo para la inversión extrarregional. No obstante, después de un largo proceso de renegociación, hace unas semanas concluyó el establecimiento de un tratado apenas trilateral al que ahora denominamos Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), o USMCA, que corresponde a las siglas en inglés de United States, Mexico and Canadá.
No obstante, es claro que las declaraciones de Donald Trump y la política de tolerancia cero, aún con el T-MEC, sigue presente. Por lo que México no deja de estar en una posición peligrosa ante las diarias rabietas del mandatario estadounidense. Por esta razón nuestro país no debería de dejar a un lado la integración económica y regional latinoamericana como una opción contra el proteccionismo latente.
En esta coyuntura es importante recordar que los países de América Latina y el Caribe son socios naturales. En la mayoría de los casos comparten idioma, cultura y algunas tradiciones semejantes, lo que debería considerarse al buscar reducir la dependencia mexicana actual con Estados Unidos. Es cierto que para lograr la integración se deben de superar ciertos retos. Muchos de los países latinoamericanos deben enfrentar factores estructurales, principalmente los que corresponden a Centroamérica y el Caribe, naciones que sufren rezagos muy importantes en términos logísticos.
Los países centroamericanos, por ubicación geográfica, son clave para el comercio interamericano, sin embargo, no cuentan con la cobertura de redes viales, ni con personal capacitado en materia de operación de fronteras, puertos y aduanas. El resto de América Latina sufre de los ya típicos trámites burocráticos innecesarios que complican el traslado de productos o que simplemente sirven de barrera ante el comercio con otras naciones. Otros desafíos que enfrenta esta región es la debilidad de las instituciones y los ineficientes niveles de educación y formación de capital humano. Si buscamos incrementar la capacidad productiva y comercial de un país, o en este caso de una región, es necesario contar con los conocimientos tecnológicos y técnicos de vanguardia. Se debe de invertir en la educación y otras políticas de promoción de estabilidad (acceso a centros de salud, nutrición, infraestructura, etc.) el impacto de estas acciones potencializará el aprovechamiento de nuevas oportunidades.
Algunos de los países que conforman el bloque han vivido periodos de inestabilidad debido a crisis políticas, casi siempre a causa de la corrupción; esto se traduce en barreras que han ocasionado que, para otras naciones, América Latina sea percibido como algo riesgoso y con poca certeza. Además, es bien sabido que los países latinoamericanos tienen una larga historia de proteccionismo. Brasil, Argentina, así como otros países emergentes, son economías que han aplicado muchas medidas restrictivas al comercio.
La integración regional latinoamericana no es algo nuevo, desde los últimos quince años América Latina ha mostrado su interés por encontrar una solución conjunta a las problemáticas que afectan la región. Esto se ha demostrado mediante la conformación de bloques como la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). En el sentido económico, la constitución de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y su posible integración e histórica integración representa una nueva alternativa para la región, con miras a un acuerdo de libre comercio entre los bloques. Significa la concentración de 80% del producto interno bruto de la región, lo que crea un mercado de $4.3 billones de dólares[1].
Aunque en la actualidad se viven fenómenos proteccionistas, ahora más que nunca se demuestra que la globalización y el comercio son las principales herramientas para lograr el crecimiento económico y el desarrollo de las regiones, es por esto que los países que conforman América Latina deben resolver los retos que se presentan de forma individual y establecer un plan de acción que transforme la región, aprovechando los acercamientos ya existentes entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur y esperando en un futuro cercano incorporar a otros miembros de la región. Por qué no, tal vez a estas alturas el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), o más bien un ALCAL (Área de Libre Comercio de América Latina) ya no resulte un sueño frustrado.
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[1] Ayelen Saunit, “El acuerdo Alianza del Pacífico-Mercosur contra el proteccionismo”, Centro de Estudios Internacionales Córdoba Global, 22 de octubre de 2018. Consultado el 25 de octubre de 2018 en: https://cbaglobal.com.ar/el-acuerdo-alianza-del-pacifico-mercosur-contra-el-proteccionismo/